jueves, 28 de enero de 2016

Las Micorrizas, los biofertilizadores naturales del suelo

La Tierra no es algo inerte, precisamente son los organismos que en ella viven los que hacen posible su fertilidad natural. Entre ellos vive un tipo de hongo formador de “micorrizas” que son nuestros grandes aliados ocultos de las plantas cultivadas.

En la Tierra se inicia y finaliza la vida para volver a empezar de nuevo. Los principales responsables son los microorganismos que habitan en ella y la dan vida, con sus relaciones e interacciones (asociación, depredación, competencia, etc.) dotándoles de un equilibrio.

La tierra de labor no es algo inerte estando formada, por término medio, por un 93% de mineral y un 7% de materia orgánica. La parte orgánica está compuesta por un 85% de humus, un 10% de raíces y un 5% de organismos vivos, principalmente hongos, bacterias, gusanos, arácnidos e insectos.

En los ecosistemas agrícolas convencionales el suelo ejerce una función casi exclusiva de sostén de las plantas, no se imita a la Naturaleza en sus flujos de energía. Con frecuencia se hacen “extracciones” de energía y se restituyen mediante materias sintéticas casi siempre contaminantes contribuyendo a la degradación del ecosistema. Se olvida el papel dinamizador de la M.O. para las especies vivientes en el suelo. En estos sistemas convencionales se requieren continuos cuidados porque el Sistema está muy modificado, es inestable y desequilibrado. Se fuerza tanto a los cultivos, que son irresistibles a los fitófagos y ahí se acaba la cadena trófica, ya que todo lo que no sea cultivo, son malas hierbas o “bichos”.

La agroecología intenta imitar al máximo los ciclos naturales mediante aportes continuos de M.O. tanto del propio ecosistema, como restituyendo lo extraído del exterior, conservando la diversidad microbiana de los suelos que es fuente de equilibrio, salud y productividad para ellos.

Principales tipos de hongos en el Suelo

Los hongos son seres dependientes que no tienen clorofila obteniendo su energía en la descomposición de la M.O. del sustrato donde se desarrollan. Se pueden clasificar en:

  • Saprófitos: junto con las bacterias y otros microorganismos son capaces de atacar la lignina y la celulosa de los vegetales poniendo a disposición de las plantas los nutrientes que necesitan para su desarrollo. 
  • Patógenos: son aquellos que obtienen sus nutrientes de un hospedador al que debilitan y pueden acabar matando. Ejemplos: el “Mal blanco” (Armilliaria melea) o el “Mildiu” (Phytophora sp), etc. 
  • Simbióticos: también obtienen sus nutrientes de un hospedador pero, a diferencia de los anteriores, reciben en contrapartida una contraprestación, de modo que ambos salen beneficiados.


De todas las relaciones simbióticas del suelo, los hongos micorrícicos mantienen una estricta dependencia con la planta: pertenecen al género “Fungi” y establecen una asociación mutualista entre las raíces de una especie vegetal y el micelio del hongo, constituyendo un nuevo “órgano funcional” subterráneo del que se sirven ambas especies. Son los hongos formadores de micorrizas.


Beneficios potenciales de las micorrizas a las plantas cultivadas
  • Mejora en la absorción de nutrientes, principalmente fósforo y nitrógeno.
  • Mejora en la absorción de agua y aumento de la resistencia a condiciones de estrés hídrico.Aumento de la resistencia a condiciones de cultivos salinos.
  • Incremento de la resistencia frente a hongos patógenos del suelo por su efecto antagónico. Una raíz colonizada por hongos micórricos es difícil que lo sea a su vez por hongos patógenos.
  • Mejoras en la estructura del suelo por los agregados que forman las hifas y filamentos del hongo.
  • Efectos hormonales sobre las raíces que aumentan su desarrollo y el de toda la planta.
Tipos de micorrizas

  • Ectomicorrizas: en ellas el hongo forma una especie de manto con sus hifas alrededor de las raíces más delgadas de la planta, pero no llegan a introducirse en sus células, desarrollándose en los espacios intercelulares de la corteza de las raíces. Son frecuentes en especies forestales donde sus órganos reproductores pueden sobresalir del suelo, lo que conocemos como setas y trufas. 
  • Endomicorrizas: las hifas de estos hongos penetran dentro de las células de las raíces. No forman ninguna estructura observable a simple vista. En los “arbúsculos” se produce el intercambio de elementos nutritivos por carbono, entre la raíz y el hongo.
¿Por qué interesan en agricultura ecológica y en qué cultivos?



En agricultura convencional con agroquímicos, el uso de fertilizantes, insecticidas, herbicidas y el excesivo laboreo, hace que las condiciones del suelo se vean profundamente alteradas por lo que las condiciones favorables para el desarrollo de la simbiosis hongo – raíz desaparece o lo hace de forma muy débil.
En agricultura ecológica, como no se utilizan productos sintéticos, las condiciones del suelo a micorrizar son más favorables. Pero para que la infección micorrícica se produzca de un modo natural, se necesita suficiente inóculo del hongo en el suelo, que las raíces de las plantas se desarrollen, que la colonización del hongo se produzca, etc. y todo eso lleva tiempo. Si cultivamos especies hortícolas, normalmente de ciclo corto, puede ocurrir que cuando la simbiosis se establezca, el cultivo ya esté terminado y sus beneficios no repercutan en su producción. Por ello, es de interés, que el plantón ya esté micorrizado antes del trasplante. La manera más eficaz y sencilla de aplicar el inóculo en horticultura es en la siembra: Al sustrato que utilizamos en el Semillero le añadiremos el inóculo, de modo que desde el momento en que las raíces emergen de las semillas, entren en contacto con los propágulos del hongo y establezcan la simbiosis rápidamente. De esta forma cuando se trasplanta al campo, su sistema radicular ya está perfectamente micorrizado y podrá a provechar todas las ventajas de la simbiosis.

Los inóculos micórrícicos, ¿son fitosanitarios o son fertilizantes?

En principio pueden ser tanto fitosanitarios –antagonistas de otros hongos patógenos de las plantas- como fertilizantes, o mejor, biofertilizantes al ayudar a la absorción de nutrientes esenciales para las plantas.

¿Cómo preparar nuestros propios inóculos micorrícicos?

Podemos comprar inóculos en el comercio especializado y aplicarlo al suelo. También, a partir de ellos, intentar propagarlos en nuestras tierras o semilleros o crear nuestros propios inóculos a partir de tierras ecológicas bien estructuradas y con intensa vida microbiana.

Pero con este método no podemos estar seguros del contenido del inóculo autoproducido, no sabríamos su poder infectivo real ni su composición, ya que podría darse el caso de que el hongo micorrícico inicial haya sido desplazado por otra especie o haber desaparecido por un mal manejo.

Los hongos micorrícicos tienen un gran interés en la agricultura ecológica principalmente por la potenciación del sistema radicular de muchas plantas cultivadas, lo que puede hacer que mejoren las producciones. Desempeña un papel fundamental para las plantas en situaciones de estrés, especialmente en zonas de clima árido y semiárido y en tierras con poca materia orgánica ya que sus hifas fúngicas empiezan a extenderse gradualmente colonizando a otras plantas y estabilizando la estructura de la tierra.

Es una técnica de aplicación muy interesante en terrenos en reconversión a la agricultura ecológica o con suelos degradados por diversas causas. Su efecto es más evidente en las hortalizas, aunque también sobre los primeros años de los cultivos leñosos.

En un sistema de horticultura ecológica la máxima autosuficiencia en la producción de fertilizantes, insecticidas y todo tipo de insumos es la regla ideal para un verdadero control y máxima productividad. Por ello es necesario la autoproducción del inóculo partiendo como base la población autóctona de hongos de nuestras tierras. Esto no solo ayuda a fomentar la biodiversidad de una huerta o finca en reconversión, sino que además proporciona cierta garantía de éxito del inóculo puesto que los hongos que lo constituyen ya están aclimatados a las condiciones locales.

Para producir nuestro inóculo micorrícico casero, deberemos buscar un lugar con un ecosistema integrado que englobe árboles, arbustos y herbazal autóctonos, propios de esas tierras y de ese clima, una tierra con fertilidad propia y auto-regulada.

Cogeremos parte de esa tierra con toda clase de partículas como trocitos de raíces micorrizadas, piedrecillas, esporas, hifas de hongos, etc. para que el poder del inóculo sea lo más efectivo. Después lo mezclaremos con la tierra del semillero al 25% del total utilizado y sembraremos nuestras semillas para que el “plantón” producido esté ya micorrizado antes de llegar al suelo de la huerta. También puede mezclarse directamente en el suelo y tratar de propagar las esporas e hifas en el bancal.

Las siembras de esporas también se utilizan para la pronta regeneración de cubierta vegetal en aquellas tierras con poca vida propia y en período de reconversión a la Agricultura Ecológica.

El inóculo aplicado no es un nutriente que se va a agotar, sino un mecanismo que se ha introducido y continuará beneficiando a los cultivos en años venideros, con tal de que se trate correctamente.


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