Ya fue probado en salmones, y los investigadores creen que también podría servir para las carnes rojas, los pollos y los mariscos.
La investigación surgió de la necesidad de prolongar el estado óptimo de los pescados para su consumo y su mantenimiento en las cadenas de comercialización del país. El producto ya fue probado en salmones.
"Se evita un aumento en la oxidación de los lípidos del alimento durante su almacenamiento, lo que ayuda a guardar el color y la calidad de los pescados", aseguró en un comunicado Loreto Valenzuela, académica de la Universidad Católica que lidera el proyecto, en el que participan también José Cuevas y Ricardo Pérez.
Según los investigadores, con su aplicación en los salmones de prueba se obtuvo un "retraso en el crecimiento de microorganismos durante la etapa de conservación", hasta en 22 días después de ser almacenados a una temperatura de 0° Celsius.
Valenzuela destacó esta tecnología "no sólo responde a una necesidad de la industria, al evitar pérdidas de pescados por oxidación de ácidos grasos o por aumento de contenido bacteriano, sino que satisface una demanda de los consumidores, que exigen alimentos naturales, frescos y con menos aditivos químicos".
En la misma línea, resaltó el impacto que este tipo de tecnología podría tener en los costos de envasado y distribución de los pescados frescos, ya que no se necesitarían envolturas plásticas adicionales al realizar el empaquetado.
En palabras de Loreto Valenzuela, lo anterior beneficiaría a las exportaciones del sector al permitir que los productos lleguen a lugares más lejanos.
De acuerdo con el Departamento de Ingeniería Química y Bioprocesos de la Universidad Católica, esta solución podría aplicarse en cualquier alimento de características similares en contenido proteico y lipídico, como las carnes rojas, los pollos y los mariscos.
Fuente: Emol.com
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